Tras las bambalinas de la 5ª ronda del Campeonato Zona Centro 2008


 

  Voy a intentar contaros cuales fueron los preparativos previos a la 5ª ronda del Campeonato Zona Centro de 2008 así como el trascurso de la misma. Ya os aviso que se trata de un ladrillo considerable, pero son muchos los puntos que considero os pueden interesar. Como recompensa os voy adelantando que descubro algunos de los secretos que hacen que nuestras tiradas tengan ese algo especial que tanto nos habéis dicho os gusta. Así, y como se dice en el Madrid más castizo, va por ustedes señores...

 

Montaje del campo de tiro

  Días antes de la tirada se comenzó con la inspección visual del terreno. Acabábamos de entrar en septiembre y los moreras típicas de la zona estaban en floración, luego además de con una ingente cantidad de hiervajos nos topamos con bastantes zarzas pidiendo a gritos que alguien se raspase en ellas. Se hacía necesaria una limpieza del terreno que, por otro lado, venía bastante bien a fin de evitar incendios. Ante este primer escollo Óscar y Josefe se pusieron manos a la obra con las labores de limpieza. A base de hoz y desbrozadora retiraron la parte más alta de los rastrojos.

  Tras este primer lavado de cara ya podíamos limpiar en serio: ¿quién dijo que esto era sencillo?. Ayudados por un tal Antonio13, Pepiño y Óscar marcaron sobre el papel las que serían las futuras calles y se dispusieron a despejar de maleza tanto su periferia como el acceso a las mismas. Dos jornadas de trabajo hicieron posible que el día de la competición los participantes pudiesen pasar de una calle a otra por caminos claramente visibles y sin que durante sus desplazamientos molestasen a los tiradores de las distintas calles.

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Y detalle de calidad. Las zarzas no fueron peligro para nadie ni en las calles ni en los accesos a las mismas; se podaron sus ramas para que así fuese. El único peligro era que alguien, ávido de un dulce, se pinchase mientras recolectaba algunas moras. Por cierto, los arañazos merecieron la pena: las moras estaban muy ricas... ¡Vale, lo sé, soy un lechuzo!.

   Pero no acabó aquí la adecuación del campo. Azada y pala en mano, Gastón y Charly comenzaron a despejar y allanar terreno. Gracias a ellos fue posible, por ejemplo, que la zona de descanso apareciese totalmente despejada de hiervajos y con un piso prácticamente plano.

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Tendríais que haberles visto con las palas: vaya panzada a currar se dieron. Chéchar se centró en el emplazamiento de los blancos. Se situó cada silueta en la que sería su posición durante la tirada, cuidándose muy mucho de que quedase dentro del rango de distancias practicables (de 9 a 50 metros), de que nada entorpeciera su visión desde la zona de disparo y de que fuese visible se tirase en la postura que se tirase.

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También éste fue un curro considerable, pues retirar los rastrojos dejando intactas las ramas de los árboles no es una labor fácil. Y menos mal que Paramio se llevó un telémetro porque medir la distancia exacta (a la postre algo más de 45 metros) hasta un "rata" habiendo una laguna de por medio se antojaba faena algo incómoda.

  Recapitulemos un poco. Teníamos a Gastón y Charly despejando terreno mientras Chéchar, Antonio13 y Paramio ubicaban blancos. ¿Qué hacían entonces Josefe y Óscar?... Pues nada más y nada menos que preparar el anclaje de los blancos. Quiero decir con esto que aquí los amigos lograron desde fijar siluetas en un roca hasta hacerlas "levitar". Mirad a lo que me refiero:

Lástima no dispongamos de una fotografía tomada desde la perspectiva del tirador porque a sus ojos la ardilla del altillo parecía estar posada en el arbustro situado delante suya. ¡Veis como sí la hicieron levitar!. Además una rata encima de un altillo no es creíble, de ahí que fuese la silueta de una ardilla la que se escogió para el blanco. Pueden parecer detalles sin importancia pero son los que dan ese toque de distinción a nuestras tiradas.

  Concluyó así una jornada de lúdico trabajo que dio pie a una grata charla delante de unos sabrosos bocadillos de morcilla, y es que había que reponer fuerzas para lo que se avecinaba...

  Restaban pocos días para la competición y había que ultimar ciertos detalles. De nuevo Óscar y Josefe hincaron puño, esta vez ayudados por Jomafel. Unas estacas por aquí, unos cintas por allá, y como por arte de magia quedaron totalmente delimitados el campo y los puestos de tiro. Ahora sí estaba meridianamente claro por dónde debían moverse los participantes para no entorpecer al resto de tiradores.

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Quedó de esta modo preparado el campo para que, el día de la tirada, bastase anclar los blancos en los lugares preparados para ello y tirar las cuerdas hasta los respectivos puestos de tiro.

  Un último apunte para los más puristas. Las dos únicas personas que conocían las distancias exactas a los blancos eran Chéchar y Antonio13, y ninguno de ellos concurrió a la competición. Como hay que ser honesto esa información no fue suministrada pese a las reiteradas intentonas de soborno por parte del personal. Obviamente lo de comprar información es una broma pero me ha quedado bien, ¿no?.

 

Los preparativos de la tirada

  Estamos en sábado, el día de la celebración de la quinta ronda del Campeonato Zona Centro de la temporada 2008. Los participantes más madrugadores ayudaron a colocar los blancos que aún quedaban por situar, pasando entonces a llevar las cuerdas de recuperación de las siluetas hasta la cabecera de la calle.

De por sí ésta es una tarea sencilla pero nuestra obsesión por querer rizar el rizo provocó la situación más anecdótica del día. ¿Recordáis que os hablé de un blanco que no era posible medir con cinta métrica al existir una laguna de por medio?. Permitidme que os haga otra pregunta. ¿Cómo llevaríais su cuerda hasta la cabecera de la calle?... Gran dilema, verdad. Pues bien, eran dos los blancos sujetos a esta circunstancia, prevista de antemano, y para la que se recurrió a un arco. Sí, como lo oís, un arco. Costar costó, pero al final logramos que las cuerdas cruzasen la laguna y creo que el resultado bien mereció el esfuerzo. De nuevo La Centro haciendo de las suyas en lo que a colocación de blancos se refiere.

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  Colocados los blancos dio comienzo la prueba. Las calles irían siendo recorridas por las escuadras que, previo sorteo, habían sido asignadas por la organización. Cada una partía de una calle luego, según lo previsto, los tiradores pasaron de una calle a la contigua sin interrupciones. Cada tirador disponía de tres minutos para intentar derribar las dos siluetas de cada calle.

  En lo sucesivo intentaré describiros lo mejor que sepa los tres sectores en los que fue dividido el recorrido.

 

Primer sector: se van a enterar estos.

  El field target surgió en el Reino Unido como una recreación de caza en la que las presas pasaban a ser siluetas metálicas, y como tal recreación la ubicación de los blancos debía ser lo más fiel posible a la realidad. Y en eso nos basamos para la configuración del primer sector del recorrido, una zona repleta de vegetación en la que las siluetas aparecían en los lugares más insospechados.

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  Los tiros en este sector no resultaban excesivamente largos y de algún modo teníamos que complicar algunos de ellos sin recurrir a kill-zones diminutas. Mientras montábamos el campo vimos que en ese sector el sol daba de frente, así es que a esconder los blancos en zonas de sombra tocaba. Quien estas líneas escribe estuvo comprobando la visibilidad de las siluetas y puede aseguraros que era un auténtico suplicio localizar los blancos y medir la distancia hasta ellos porque apenas existía contraste en la imagen que se veía por el ocular del visor.

  Pero no acaban aquí las "perrerías". Otro de los factores a los que debieron enfrentarse los tiradores fue el viento, que sabíamos hace pequeños remolinos en ciertas zonas en las que, por supuesto, fueron instalados unos cuantos blancos. Como ya dije, en esto de colocar las siluetas somos unos auténticos diablillos.

 

Segundo sector: relajémonos un poco.

  Como no era plan de salir manteado por los participantes a causa de la dificultad de la tirada, a la hora de diseñar el segundo de los sectores se optó por algo a lo que todos estamos algo más acostumbrados: una pista llana como en la que disparamos durante los entrenamientos. Y así nos quedó, más o menos, el invento.

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La pregunta resulta obvia: ¿cómo lograron que los tiradores no se confundiesen de blanco ante tanta silueta?. La respuesta es muy sencilla. Si en una calle las siluetas estaban marcadas y acompañadas por letreros con fondo oscuro, en la contigua el número de blanco aparecía sobre fondo claro. Además el color de los carteles de los blancos coincidía con el que marcaba la posición de tiro de cada una de las calles. De este modo el tirador no tenía más que mirar el cartel de la calle en la que se encontraba para, rápidamente, saber sobre que siluetas debía tirar. Un ejemplo de esto que os cuento lo tenéis en la siguiente fotografía. Los blancos 22 y 24 están muy próximos pese a ser de calles contiguas. Sin embargo los colores de sus indicadores son complementarios el uno al otro, luego no existe confusión alguna respecto a la calle a la que pertenecen.

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Detalles como estos, y el que las siluetas no correspondientes a la calle en la que uno se encontraba se viesen de canto, evitaron las confusiones. Aquí os dejo unas fotografías de algunas de las calles de este sector.

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¿Veis ese pedazo de papel sobre el visor de Josefe?. Tuvo que improvisarlo porque olvidó el parasol del visor en casa y también en este sector se dejaba notar el sol y algún que otro blanco estaba a la sombra. De hecho, si miráis un poco más arriba veréis que el blanco número 24 estaba entre las ramas de un árbol. ¡No pensaríais que todos iban a ser facilones!.

 

Tercer sector: de nuevo a las andadas.

  En esta parte del recorrido el elemento dominante es la piedra, y como mandan los cánones los "animalillos" tienden a esconderse entre ellas. Es una parte del campo bastante resguardada por roca y vegetación luego, salvo que apareciese alguna que otra corriente de aire rebelde, la dificultad venía establecida por el diámetro del kill-zone de las siluetas.

Se dispuso un blanco con una especial mala uva por nuestra parte. Lamento no poder ofreceros una foto suya en detalle pero, para que os hagáis una idea, estaba junto a las piedras que en la fotografía inferior se han acotado por la circunferencia de color rojo. Fijaros en la cantidad de jara que surge de la laguna y que ni debíamos ni podíamos cortar por razones medioambientales.

Pues bien, algunas de las jaras entorpecían ligeramente el blanco malintencionado al que me refiero y se corría el riesgo de que el balín impactase sobre ellas haciendo que éste se desviase y, por lo tanto, no impactase en la silueta. Pero, mire usted por donde, bastaba con moverse un poco dentro de la puerta de tiro para tener una ventana perfecta hasta el blanco.

  Se da un curioso efecto óptico en los visores. Al enfocar un objeto, para que éste aparezca totalmente nítido en el ocular del visor, todo aquel pequeño obstáculo que exista entre él y el tirador parecerá invisible; se habrá convertido en una sutil borrón en la imagen que se ve en la retícula del visor. Si se dispara y el balín impacta en ese pequeño objeto que no vemos por el visor habremos fallado el blanco sin explicación aparente alguna. Para evitar esto hay que enfocar partiendo de la rueda de paralaje en las distancias más cortas e ir girando progresivamente hasta enfocar el blanco. Si una pequeña rama queda justo delante del kill-zone de la silueta con este proceder quedará perfectamente patente. Quienes sabían esto tenían todas las papeletas para acertar el blanco. Quienes no cayeron en ello corrieron el peligro de posicionarse donde no se debía. Vamos, la n-ésima diablura del día.

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